Veo veo...y no soy capaz de entender lo que veo.
Vigilancia. Ojos electronicos (vaya, e-eyes), reuniones vicarias de lo observado sin saber lo que es y el observador incapaz de entender lo que ve. De mentes que controlan el espacio público pero son incapaces de entender (aceptar) lo que ocurre en la calle. Resucitar el concepto de ágora para negarlo con la ausencia de intimidad. Y vigilacia estúpida, para colmo.
Aqui cito a Manuel Delgado: "....Esa critica a los intentos de serenar como se el espacio urbano tiene hoy mas razón de ser, en cuanto se los ve acompañando estratégicamente las grandes dinámicas de reapropiación capitalista de la ciudad -terciarización, tematización, gentrificación, exclusión de los indeseables por pobres o por ingobernables-. En cualquier caso, tal denuncia no debería interpretarse como una descalificación de la proyección urbana en sí misma. No se cuestiona que una ciudad es una entidad que ha de ser administrada y planificada. Se supone que esa accion centralizadora deberá garantizar el bienestar de los habitantes, satisfaciendo sus necesidades -infraestructuras, servicios, vivienda- y protegiendoles de los abusos a que inevitablemente tiende un sistema que codicia la ciudad y actúa para verla convertida en beneficios. Así pues, no se cuestiona aquí la necesidad y hasta la urgencia de planificar las ciudades. Las ciudades pueden y deben ser planificadas. Lo urbano, no. Lo urbano es lo que no puede ser planificado en una ciudad, ni se deja. Es la maquina social por excelencia, un colosal aparato de hacer y deshacer nudos humanos que no puede detener su interminable labor. En cambio, en todo el mundo se pueden constatar las evidencias de que el proceso que se sigue es exactamente al contrario. Se planifica lo urbano -la calle y la vida que se se despliega en y por ella- pero no la ciudad, que es vendida para que el más feroz de los capitalismos la deprede y haga de ella un negocio. Se estimula la propiedad ,pero se restringe la apropiación. En realidad , una cosa es consecuencia de la otra: la renuncia de la administración pública a planificar la ciudad, para entregarla al desorden especulador y a su conversión en producto de y para el consumo, sólo es posible manteniendo rigurosamente vigilados los espacios por los que transcurre una vitalidad urbana contemplada siempre como obstaculo para el buen marketing urbano y como fuente de desasosiego para cualquier forma de poder político...."
Manuel Delgado:Sociedades Movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles. Ed. Anagrama, 2007
Aqui cito a Manuel Delgado: "....Esa critica a los intentos de serenar como se el espacio urbano tiene hoy mas razón de ser, en cuanto se los ve acompañando estratégicamente las grandes dinámicas de reapropiación capitalista de la ciudad -terciarización, tematización, gentrificación, exclusión de los indeseables por pobres o por ingobernables-. En cualquier caso, tal denuncia no debería interpretarse como una descalificación de la proyección urbana en sí misma. No se cuestiona que una ciudad es una entidad que ha de ser administrada y planificada. Se supone que esa accion centralizadora deberá garantizar el bienestar de los habitantes, satisfaciendo sus necesidades -infraestructuras, servicios, vivienda- y protegiendoles de los abusos a que inevitablemente tiende un sistema que codicia la ciudad y actúa para verla convertida en beneficios. Así pues, no se cuestiona aquí la necesidad y hasta la urgencia de planificar las ciudades. Las ciudades pueden y deben ser planificadas. Lo urbano, no. Lo urbano es lo que no puede ser planificado en una ciudad, ni se deja. Es la maquina social por excelencia, un colosal aparato de hacer y deshacer nudos humanos que no puede detener su interminable labor. En cambio, en todo el mundo se pueden constatar las evidencias de que el proceso que se sigue es exactamente al contrario. Se planifica lo urbano -la calle y la vida que se se despliega en y por ella- pero no la ciudad, que es vendida para que el más feroz de los capitalismos la deprede y haga de ella un negocio. Se estimula la propiedad ,pero se restringe la apropiación. En realidad , una cosa es consecuencia de la otra: la renuncia de la administración pública a planificar la ciudad, para entregarla al desorden especulador y a su conversión en producto de y para el consumo, sólo es posible manteniendo rigurosamente vigilados los espacios por los que transcurre una vitalidad urbana contemplada siempre como obstaculo para el buen marketing urbano y como fuente de desasosiego para cualquier forma de poder político...."
Manuel Delgado:Sociedades Movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles. Ed. Anagrama, 2007